Martín Palermo jugó ayer el que podría ser considerado su primer partido como exfutbolista —dos días después de su último cotejo como jugador profesional— y lo hizo a unos metros de donde al mismo tiempo se entrenaba la selección boliviana, en una cancha aledaña dentro del complejo Buenos Aires Fútbol, el sitio donde está concentrado el equipo nacional.
La mañana de ayer en Benavídez fue diferente a las anteriores, la habitual paz de la concentración fue agitada por la presencia de cuatro exintegrantes de la selección argentina, entre ellos Palermo, que contratados por una empresa de telefonía móvil —dicen que es la más grande de Argentina— fueron a jugar una “pichanga” de fútbol —cinco con un grupo de niños de la escuela del club.
Unas 200 personas —de clase alta, socias del club que alberga por estos días a la selección— tuvieron el privilegio de ver a Palermo y compañía, y cuando saltó a la pequeña cancha —con indumentaria albiceleste— lo ovacionaron, aún estando muy fresco el recuerdo de su despedida.
“Por ahora voy a descansar y seguramente al año voy a iniciar algún nuevo proyecto”, dijo Palermo ante unos cuantos periodistas bolivianos que lo rodearon —tratando de “robarle” algunas palabras— rato antes de que se metiera en el festival para el que había sido contratado.
El ídolo de Boca Juniors (hizo 236 goles con esa camiseta para convertirse en el máximo goleador xeneize de la historia) se dio tiempo —con una amabilidad sin igual— para tomarse unas fotos con unos chiquillos argentinos que se lo pidieron, y luego le dedicó unos segundos más a los medios bolivianos que querían captar su punto de vista sobre la Copa América que viene y en particular el partido que Argentina y Bolivia jugarán en la inauguración del torneo el 1 de julio.
“Seguro que toda la presión será para la Argentina, por los jugadores que tiene, porque es local, pero bueno… tenemos que ser respetuosos con todas las selecciones (en alusión a la boliviana) y ojalá que tengamos un final en el que la Copa se quede en casa”, afirmó.
El número nueve cerró su carrera como futbolista profesional —que comenzó en 1992, defendiendo la camiseta de Estudiantes de la Plata— el sábado en el partido ante Gimnasia y Esgrima de La Plata, en la última fecha del torneo Clausura, aunque aún queda algo pendiente: su despedida de la selección argentina.
“Palermo es un grande, un goleador, un ejemplo”, expresó Samuel, uno de los chicos que rato antes se había sacado una foto con él y que luego se metió corriendo en la canchita del complejo en procura de tocar la pelota junto con tan enorme goleador.
Apuntes
Mucha bulla. El evento en la cancha aledaña, donde se entrenaba el seleccionado, distrajo un poco a los jugadores bolivianos, el sistema de amplificación a todo volumen fue lo que más incomodó.
Fox Sports. Fernando Carlos, periodista de Fox Sports (conduce Fútbol para Todos) estuvo animando el evento en la concentración boliviana. Su voz retumbaba a cada rato con ayuda de la amplificación. Uno a uno fue presentando a los exjugadores argentinos.
‘Hay que respetar a Bolivia’
A Bolivia hay que respetarla, dijo ayer Roberto Ayala, exseleccionado argentino, que junto con Martín Palermo, Ariel Ortega y Sergio Goycochea asistieron a un festival en el lugar de concentración de Bolivia.
“La verdad no sé cómo estará Bolivia, pero nunca te puedes confiar de ningún equipo y más de ustedes (los bolivianos) que hacen algo cuando no te lo esperas. Se le tiene que prestar atención y respeto. Además el futbolista boliviano tiene un carácter muy luchador y Argentina no la tendrá fácil”, afirmó Ayala.
Agregó que la selección albiceleste está en un proceso de identificación, así que pese a contar con buenos jugadores todavía le falta formarse como equipo. “No toda la apuesta tiene que ser Lio Messi, también deben aparecer otros jugadores”.
Muy al paso, el “Burrito” Ortega dijo que espera que sea una Copa atractiva y que Argentina se lleve el trofeo. No alcanzó a responder su impresión sobre el seleccionado boliviano, pero sí lo hizo cuando se le consultó si sabía de alguna propuesta para jugar en The Strongest: “no, no sé nada”.
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