Hace unas horas, cuando todavía no se conocía la decisión de la Conmebol de suspender el partido, Pablo Pérez salió del Sanatorio Otamendi y, ante las preguntas de los periodistas, negó que tuviera que ser operado por la lesión que sufrió en su ojo tras las agresiones recibidas en el ingreso al Monumental, y afirmó que, si tenían que jugar, él iba a estar en la cancha.
Sin embargo, Alejandro Weremczuk, el ofatalmólogo que lo atendió este mediodía, aseguró que el volante no estaba en condiciones de jugar y dio más detalles con respecto a la lesión que sufrió: “Lo encontré con una disminución de la agudeza visual en el ojo lesionado, el izquierdo. Está con cuatro décimas de agudeza visual, es una disminución muy importante. Además, tiene una lesión conjuntival y un leve edema corneal, lo cual explica la disminución de la agudeza visual. La lesión conjuntival está mejor y la erosión corneal también. Pero la agudeza visual se mantiene disminuida”, explicó en diálogo con TN.
Además, agregó: “Tiene riesgo de infección. En un campo de fútbol, donde hay pasto, tierra y otras cosas, hay mucho riesgo de infectarse. El ojo debería estar ocluido o, al menos, no expuesto a microorganismos”.
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