Al salir del sanatorio Otamendi, Pablo Pérez dijo sentirse triste por el ataque al bus de Boca y la suspensión de la final de la Copa Libertadores 2018.
El capitán de Boca sufrió una lesión en el ojo izquierdo y deberá realizarse nuevos controles. Admitió estar angustiado por el momento que viven sus familiares.
“Es una vergüenza lo que sucedió. Tengo mi señora y tres hijas. La mayor me abrazó cuando llegué a casa y estaba llorando. Uno no puede jugar de esta manera, esto no puede pasar más”, contó.
“¿Qué pasaba si jugábamos y ganábamos? ¿Quién me saca de ahí? Si la gente estaba loca antes de entrar, imaginate si les dábamos la vuelta en su estadio. ¡Me matan!”, agregó.
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