Era la última final a dos partidos, pues a partir de 2019 la Copa Libertadores se dirimirá en uno solo, y el choque entre River Plate y Boca Juniors planteaba un cambio de era mediático, pero la lluvia aplazó del 10 al 11 de noviembre la ida en la Bombonera y la violencia pasó la vuelta de este sábado para domingo.
Ese domingo 11 de noviembre el partido de ida se jugó un día después de lo programado, debido a la lluvia, y terminó en empate 2-2.
En esta ocasión, el mundillo del fútbol habla este sábado de un bochorno, define como una vergüenza los hechos protagonizados por fanáticos de River que atacaron el autobús que llevaba a los jugadores de Boca al estadio Monumental.
Vidrios rotos, gases lanzados por la Policía para dispersar a los agresores y varios jugadores afectados obligaron a los directivos de ambos clubes y de la Conmebol a sostener una larguísima reunión en el estadio Momumental para decidir la suerte del encuentro decisivo.
La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) postergó dos veces la hora del comienzo del encuentro, que originalmente se fijó para las 17:00 horas (16:00 de Bolivia)
Y cuando se esperaba que se jugara a las 19:15 (18:15 HB) el presidente de la entidad compareció ante la prensa para anunciar el nuevo capítulo de lo que parecer ser ya, una final maldita. "Un equipo no puede jugar y el otro no quiere ganar en estas condiciones", explicó Domínguez a periodistas. El partido se jugará este domingo a partir de las 16:00 hora boliviana.
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