Final feliz para los hinchas de la Banda Roja, festejo en el centro de la ciudad con caravana y plagado de aficionados con la camiseta del campeón de América, pero el Superclásico entre Boca y River en Tarija fue más que solamente este domingo.
Desde el pase de Boca en Brasil ante Palmeiras el 31 de octubre, ya nada fue lo mismo para los aficionados xeneizes y millonarios en Tarija, pues en el sur de Bolivia el clásico no es ni Bolívar-Tigre, ni Oriente-Blooming, es River-Boca.
En los cotillones, no existe para los cumpleaños la piñata de Wilstermann, pero si se encuentra la de River, en las tiendas es difícil ubicar la camiseta de San José de Oruro, pero no hay cosa más sencilla que hallarse con la de Boca.
No se trata de ser “boligaucho”, al contrario, se trata de ser tarijeño y haber crecido en un entorno donde por generaciones Boca y River paralizaron a la capital.
Quizá sea por la proximidad geográfica, por los que fueron a trabajar al vecino país y regresaron con ese gusto o porque Tarija no tiene fútbol profesional, la verdad que no sabemos ya que identificar el motivo merece un estudio más profundo, pero si podemos afirmar lo que significa en la ciudad esta rivalidad y el color que le pusieron los hinchas a lo largo de este último mes por la Superfinal de América.
Cada uno siguió el partido a su manera. Unos optaron por un “asau” en casa, otros prefirieron en local con algún amigo, hay los que les gusta ver solos en su cuarto el partido y también están los que se organizaron al estilo filial concentrando a varios simpatizantes del mismo equipo en un determinado lugar para vivirlo con bombo, bandera y tropeta.
En el gol de “Pipa” Benedetto más petardos que el día que jugó Industrial, lo propio con el empate del “Oso” Pratto. River que lo dio vuelta. Se coronó River campeón y bastaron unos minutos para escuchar los bocinazos de los simpatizantes millonarios.
A una hora de finalizado el cotejo, la plaza comenzó a llenarse de aficionados con la camiseta de River y de movilidades que con el clásico “pi, pi, pi, pi, pi” emitido con su bocina celebraron y descargaron su alegría. Para los de Boca decepción porque saben que varios tendrán que ir al día siguiente al trabajo o encontrase con sus amigos del otro equipo y pagar una que otra apuesta que hubo de por medio. Los carniceros, que festejaron cada día de suspensión porque se venía un nuevo “asau”, también celebran la esta definición porque el “finde” que viene ya no hay partido, pero hay apuestas por cumplir…
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