Tiene 45 años, su caballera luce ya algunas canas, pero Diego Latorre mantiene el físico de cuando tenía veinte años y deslumbraba en las canchas con sus gambetas endiabladas y sus goles que lo convirtieron en ídolo de Boca Juniors y de la selección Argentina. Su agilidad y viveza no las ha perdido, solo las ha trasladado al periodismo en las transmisiones de los partidos y programas que emite la cadena Fox Sports.
No por nada hoy el exjugador es considerado uno de los mejores analistas del fútbol en Latinoamérica y en eso coinciden periodistas, aficionados y hasta intelectuales que siguen este deporte.
Semanas atrás, Diego Latorre estuvo en Santa Cruz de la Sierra junto al periodista Maxi Palma para dar un par de charlas acerca de márquetin deportivo. Antes del evento, gentilmente accedió a conversar con Extra de su vida, su trabajo, su pasión por el deporte e incluso del lado oscuro del más popular de los deportes.
Se ha creado un mito acerca de tus inicios en el fútbol. Se cuenta que a diferencia de otros chicos, no fuiste un chico de barrio y que te descubrieron en un country (urbanización cerrada) y saltaste al primer equipo de Boca Juniors
¿Qué hay de cierto en esa historia?
Es cierto, no es un mito. Mi viejo tenía una casa en un country, pero éramos una familia de clase media, como tantas otras de Argentina. Ya había jugado en Ferrocarril Oeste pero lo había abandonado por los estudios y pensaba dedicarme a seguir la carrera de Contador Público, pero Mario Sanabria, exjugador y entrenador, me vio a los 14 años y me recomendó a los entrenadores de Boca. Me vinieron a ver y los convencí. Así empecé mi recorrido en la institución hasta llegar a primera división. Lo que es un mito es que yo no hice divisiones inferiores. Llegué a primera división después de cuatro años en Boca.
¿El fútbol no era tu prioridad?
En realidad de chico tenía la esperanza de ser jugador de tenis. Hasta los 13 años participé en competencias de clubes. Lógicamente era uno de los tantos chicos que jugaba bien al tenis, pero tampoco tenía la seguridad de que iba a llegar lejos. Hasta que apareció el fútbol y se me empezó a allanar el camino. En un momento tuve que elegir y me decidí por el fútbol, porque vi que podía llegar a jugar en Boca en primera división y eso no es para cualquiera. De la camada mía y de tres arriba y de otras tres debajo, solo tres llegamos a primera división. Walter Pico, Diego Soñora y Yo.
¿Fue una decisión difícil?
No, para nada. El fútbol nunca puede ser una decisión difícil. Salvo que tengas muchas necesidades económicas, pero cuando se te presenta esa puerta que es tan seductora. No es que de un clic te volvés un buen jugador. Te entrenás, te medís en la competencia, los entrenadores te corrigen. Es decir, en el proceso formativo te vas dando cuenta de que estás a las puertas de un mundo fascinante.
¿Lidiar con el público, el periodismo y la presión te generó algún conflicto?
Sí, en algún momento sí porque era Boca Juniors, un club donde tenés gran exposición y eso a veces hace que perdás los papeles y no sepás cómo salir de algunas tormentas que se te van presentando, pero que al final te sirven para llegar a la etapa final de tu carrera.
¿Seguiste estudiando mientras eras jugador?
Fue una etapa en la que me enfoqué solo en el fútbol. En mi cabeza no tenía espacio ni predisposición para estudiar o para leer.
A partir de los 28 y sobre todo cuando me fui jugar a México, fui viviendo el fútbol sin tanto drama, sin complejos y pudiendo absorber todo lo que ya había hecho. Fui entendiendo que el fútbol era solo una parte de mi vida y no mi vida entera.
Un analista lúcido
¿Cómo fue que te convertiste en analista deportivo?
En 2005 me llamaron para hacer una suplencia en Fox Sports.
La selección argentina jugaba el mundial juvenil y junto a Fernando Pacini teníamos que hacer la previa de un partido entre España y China. Había visto a España pero del otro equipo no tenía ni idea. Entonces me acerco al productor y le digo si me podía pasar la formación del equipo chino o algún video de ellos. Viene el pibe y me dice que no tenían nada. Le cuestioné de que cómo iba a hablar de algo que no conocía y me dijo “Acá lo que no se sabe se inventa”.
A otro hasta le puede parecer simpático, pero para mí era una irresponsabilidad.
No está en mi modo de ser hablar de lo que no sé. Como luego me volvieron a llamar por tres meses, luego seis y ya de forma definitiva, me propuse hacerme un método para que mi estilo sea mío y no imitación. Leí mucho, anotaba palabras, nombres y me hice una libreta con ideas y datos.
¿No bastaba con tu experiencia como futbolista?
El jugador de fútbol cree que con lo que ha vivido puede comunicar con eficiencia, pero no es así. Yo tuve que hacer un camino muy largo, un proceso. Muchas horas invertidas en las que fui apuntando, leyendo y observando. El mundo de la comunicación tiene sus propias reglas y el del deporte también. Si bien lo más común es que uno pase de la teoría a la práctica, yo tuve que hacerlo al revés. Pero hay un ingrediente que me parece más importante para explicar o entender el fútbol y que no tiene que ver con la cancha ni con la teoría y es algo que yo llevo dentro que es la pasión, la forma en la que veo este deporte o tal vez la forma en la que leo ciertas situaciones que es muy mía.
¿Cómo transcurre un día común en tu vida?
En la mañana entreno dos horas, trato de mantenerme en forma. Corro algunas maratones y si tengo algún compromiso en el exterior trato de llevarme mi ropa de running y de no perder eso que para mí es un momento en el que mi cabeza descansa y a la vez me ayuda a pensar, a reflexionar, atar cabos a crearme ideas.
Rostros conocidos Junto con Sebastían Vignolo comparte algunas transmisiones de partidos y el programa Fox Sports Radio del Plata
Rostros conocidos. Junto con Sebastían Vignolo comparte algunas transmisiones de partidos y el programa Fox Sports Radio del Plata
Es un proceso interno muy especial que vivo mientras entreno y después en la tarde como, descanso, leo, me preparo. Son tres o cuatro las que le dedico a la lectura y a mirar videos si tengo que observar algún equipo. Adquiero mucha información que muchas veces no la vuelco en la pantalla. Mi trabajo es el de analizar no el de informar.
¿Eso qué significa?
Que una transmisión de fútbol no es un noticiero. Y yo lo que tengo que hacer es hablar del juego, desentrañarlo, entenderlo y en pocas palabras explicarlo. Soy muy riguroso en eso. Trato de analizar el fútbol y si esa información la tengo que volcar en alguna estadística o algo bastante personal tiene que ser en el momento oportuno.
Algunas personas cuestionan que en el periodismo deportivo actual se enfatiza más en el exitismo y el sensacionalismo. Hoy importa más si Messi le dio o no la mano a un niño que si jugó bien o no. ¿Qué opinas?
Creo que tiene que ver con una audiencia que espera eso, que está acostumbrada al sensacionalismo a la que la han acostumbrado y se ha dejado domesticar y que la desculturización es grande y justamente tanto los medios, como los políticos como los dirigentes políticos aprovechan esa degradación cultural para entrar en un círculo que parece que no tiene salida, pero creo que sí la tiene y la salida es uno. Es decir, no entregarse al sistema imperante.
Está claro que hablo desde un lugar cómodo, porque fui jugador de fútbol y tuve acceso a los medios, pero me represento a mí mismo y defiendo mi dignidad como jugador y como comunicador.
Actualmente para muchos chicos el ser futbolistas se ha convertido en su única opción de vida...
Es su única opción y también son los gerentes de una empresa familiar. Cargan con esa cruz y los padres o representantes le llenan la cabeza de cosas tóxicas. Rápidamente empiezan a cambiar su opción deportiva hacia otro lugar. El de la culpa, de la responsabilidad.
Cargan con obligaciones en épocas en las que deberían estar divirtiéndose.
El fútbol lejos de ser una actividad recreativa se convierte en una necesidad, una obligación económica, que no es saludable. Muchos se convierten en rehenes de los padres, que los acompañan, pero no les brindan las herramientas para que sean felices, sino que le transfieren la responsabilidad, la obligación de tener que llegar a triunfar para cumplir un proyecto familiar. Uno tiene que aprender a darle la absoluta libertad, sin compromisos con nadie, sino estrictamente con el juego. Acompañarlo genuinamente, que tengan ese cariño indispensable del padre o la familia. Es que tiene que haber un lazo afectivo que no se puede perder nunca, porque si no el chico crece en la obligación y no en el deseo genuino de jugar al fútbol.
¿Cuál crees que es el camino para formar buenos jugadores y mejores personas?
Si no hay ideas claras, estructuras firmes, gente seria que le dé sostenibilidad a un proyecto poco se puede hacer. Detrás de cada parte de los ciclos de formación de los chicos debe haber un verdadero conocimiento y entendimiento de su sicología, pero además de conocimientos de fútbol, de lo que necesita un jugador para nutrirse, para formarse en serio y no solo sea un discurso agradable para los oídos. Además de entrenarlos para que ellos puedan eliminar sus defectos, que es en definitiva, creo yo, el propósito de la formación de jugadores.
También que los dirigentes apuesten a largo plazo sin descuidar el corto y mediano, que haya infraestructuras, elecciones transparentes, bueno… un montón de cosas que vemos que no existen, sobre todo acá en Bolivia y en nuestros países en los que exigir solo resultados y cambiar los entrenadores ya forman parte ya de las decisiones cotidianas. Es que un equipo de fútbol es el último eslabón de un montón de otras cosas.
¿Cuál considerás que ha sido el mayor aporte que te ha dejado el fútbol?
El fútbol fue una escuela de vida. Me hizo aprender el valor de la amistad, de la competencia (incluso la interna), que es tan importante para el estímulo de cada uno. Además de aprender a respetar la autoridad, bancarse ser suplente, a admirar a mis padres que me acompañaban estoicamente incluso cuando no jugaba.
Son tantas cosas que después salís a la calle y te pasan cosas que tienen mucha similitud con lo que te ha pasado en el fútbol y eso está muy bueno, sobre todo si aprendés a entender que el éxito no te va a acompañar siempre y que los golpes son parte de la vida.
¿Qué cosas la gente no percibe desde afuera y qué aprende el que está en la cancha?
No es lo mismo cuando metés un gol que cuando lo errás. Los dirigentes y el entorno tuyo cambia.
En muchos casos te van haciendo sentir de que sos una mercadería y que te valoran por lo que hacés no por lo que sos. Eso es muy duro de asimilar para el jugador. Son todas estas cosas que el público no ve y después cuando uno explota en un gesto, una declaración dicen ¡qué desagradecido¡ Sin embargo, el deportista tiene otra percepción de la realidad de las cosas, porque va experimentando todos los días un montón de cosas que se le van metiendo adentro de la cabeza y de pronto uno está contenido, indefenso y es parte del todo también.
Lo bueno es que yo siempre creí en mí. Esa seguridad de que todo lo que me propusiera lo iba a conseguir. Mis horas libres las fui invirtiendo en mí, porque sabía que era mi propio capital más allá de mi experiencia como jugador. Escuchar a la gente que podía enseñarme mucho más del medio futbolístico me ayudó a reinventarme
No hay comentarios:
Publicar un comentario