Almeyda se había emocionado hasta el llanto tras el pitazo final, abrazándose con su colaborador Gabriel Amato. "Nosotros como grupo fuimos muy unidos. Les agradezco a los hinchas, que llenaron todos los estadios. Sé que volveremos a ser uno de los más grandes del mundo", señaló el DT.
Luego apareció Luciana, su esposa en el campo de juego con un enorme sombrero de cotillón rojo y blanco, para darle un beso, pronunciándose a favor de que siga al frente del equipo.
"Jamás me voy a considerar un ídolo de River. Soy un obrero del fútbol. Alonso, Passarella, Francescoli, Ortega, esos son los ídolos del club", remarcó el entrenador.

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