El equipo de Guillermo sacó a relucir toda su mística y en una noche bien copera le ganó 2-0 a Cruzeiro en una Bombonera que latió con los goles de Zárate y Pablo Pérez y que pidió por la séptima. El 4 de octubre será la revancha en Belo Horizonte. Ahora a pensar en River.
La Copa Libertadores es distinta al resto. Hay que saber jugarla. Entender que no siempre se puede apostar a la misma receta. Que por más bueno que se sea el rival también juega, y que a veces los cambios pueden marcar la diferencia. Así lo entendió Guillermo Barros Schelotto, quien prescindió de volumen de juego en pos de algo que para él era fundamental: que Boca terminara con la valla invicta. La titularidad de Pablo Pérez no se justificó hasta tanto metió ese estupendo pase con el que dejó mano a mano a Zárate en la jugada del 1-0. Una asistencia a lo Gago después de un comienzo bastante complicado en el que había perdido mucho y recuperado poco, con varios errores no forzados que bien pudieron haberle dado a Cruzeiro algo más que una situación de riesgo. En Cruzeiro hubo una expulsión, esa diferencia numérica le dio aire al equipo de Guillermo, que pronto llegó al segundo de la mano de… Pablo Pérez. Sí, otra vez el capitán, en esta ocasión definiendo con un bombazo y anotándose en el casillero de los goleadores del partido.
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